Los románticos no querían imponer límites a su imaginación y, por ello, no se contentaron con una sola forma de expresión. Así como el piano sirvió como vehículo de emociones íntimas y apasionadas, la orquesta les resultó muy útil para pintar de forma grandiosa otros estados de ánimo. Durante el siglo XVIII había quedado claramente establecida la composición de la orquesta: secciones de cuerda, viento madera y viento metal. En el XIX se refuerza con un número mayor de instrumentos y con un grupo estable de percusión, y a veces también se le añade un coro. Los instrumentos se perfeccionan, las orquestas son cada vez mejores y los compositores pueden solicitarles la interpretación de música más difícil. En el clasicismo se dio la sinfonía con esquema de sonata en cuatro tiempos expresamente para orquesta. Siguiendo más o menos este esquema establecido, los clásicos compusieron una gran cantidad de ellas: Haydn escribió 108 sinfonías; Mozart, 41; Boccherini, 30; Johann Christian Bach, 90… La sinfonía romántica es más grandiosa y está construida con una forma más libre. Si una pieza pianística puede compararse con el poema de un escritor, la sinfonía se podría equiparar con una novela. Schumann y Brahms compusieron cuatro sinfonías; Mendelssohn, cinco; Schubert, ocho; Bruckner y Beethoven, nueve, Mahler, diez.
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